jueves, 5 de enero de 2012

Mientras vacacionaba como vaca entre vacas


Mi mente no necesita a una gorda como poseedora del cuerpo en el que habita, mucho menos, necesita de una persona que la haga sentir especial o que finja hacerlo. Hace una semana asistí a un festival con unos amigos, en el camino conocí a un niño que comenzó a hacerme plática ofreciéndome marihuana y bebida energética —Extraño, lo sé—, acepté un trago de bebida y me recargué en el respaldo —Él estaba sentado justo en el asiento frente al mío—.

Minutos después y camino a la locación del festival, el chofer del autobús en el que viajábamos todos los asistentes al evento chocó contra un auto particular. Esto invitó al sujeto al frente mío a hacerme la plática preguntando el tipo de música que escucho, lo que estudio, mi edad y mi frecuencia a este tipo de festivales —festivales que se realizan en lugares alejados de la ciudad—. Contesté a todas sus preguntas y medianamente nos conocimos, situación que me alarmó porque dijo tener 18 años ¡Es tres años menor que yo!
Después de casi 1 hora y media provocando tránsito en la carretera, el chofer del autobús pareció solucionar el problema del choque y continuamos nuestro trayecto que tardó aproximadamente una hora más. Mientras continuábamos nuestro trayecto, la noche y el frío nos hacían compañía, yo usaba mi abrigo y no tenía más frío. El sujeto de enfrente se recostó y le ofrecí mi chamarra y frazada para que se recargue y se abrigue., aceptó.

Llegando a la locación todos nos dispusimos a tomar las mochilas, casas de campaña y bajamos del autobús. Le pedí mi frazada y chamarra, sólo me entregó la primera, no le tomé importancia porque noté interés en mí y al parecer estaría el día cerca de mí, idea no muy loca porque mis amigos me dijeron lo mismo en tono de desagrado y me recomendaron pedirle mi chamarra.     Por situaciones particulares entramos antes que ellos sin hacer fila y fingí la necesidad de entrar al WC para hacer tiempo en lo que él y su amigo entraban. Obviamente mi idea no fue en vano, al salir del baño, me acomodé el abrigo, tomé mi morral y los vi entrar, supe que ese día no estaría tan sola. Corrí para alcanzarlos y le pedí mi chamarra, mis amigos me alcanzaron y él no mostró interés en separarse de nuestro grupito y se dispuso a instalar su casa de campaña a unas casas junto a la nuestra y ayudó a mis amigos a instalar la suya.

Bebimos tequila, whisky y bebidas energéticas, poncharon un cigarro de marihuana y nos pusimos de acuerdo para ir a bailar mientras que otros se quedaban a cuidar las casas. Todos excepto dos amigas nos fuimos a la zona de baile, mis dos amigos, él y su amigo y lógicamente yo comenzamos a bailar al ritmo de los beats. Mis amigos y su amigo se quedaron un paso detrás de nosotros, él comenzó a acercarse hasta encontrar la oportunidad a besarme.

Supe que desde ese primer beso todo sería miel y dulzura. Y mi mente de profeta no me engañó, llegó al límite de tomarme de la mano en bailes en los que no se necesita más de una persona con la mente y corazón dispuestos a bailar, me abrazaba y no me permitía moverme con libertad. Fue extraño, pero agradable. Después de unas horas regresamos al camping a continuar bebiendo y fumando, unos marihuana y otros más fumamos tabaco.

Mis amigos y el suyo supieron de inmediato que la repartición se trataba de lo siguiente: dos amigas que son pareja, mis dos amigos y su amigo y él y yo ¡No paraba de besarme! Me sentí tan bien que ese festival fue un pretexto para que el destino nos uniera aunque sea por esas 24 horas. Al haber dos escenarios, le pedí ir al escenario apartado, donde estaba la música que más me gusta no tan convencido y accedió. Al llegar comencé a bailar y prosiguió, unos sujetos al lado mío me observaban, situación que me pareció insignificante porque hay asistentes que no están familiarizados con este tipo de eventos y menos con el baile, drogas, visuales, etc. Por el contrario, a él no le agradó la manera en que me observaban y nos apartamos de la multitud dispuestos a continuar disfrutando de la música.

Entre dientes comentó “No quiero partir madres”, es decir, que estaba muy molesto y estaba dispuesto a golpear a quien me mirara o intente hablarme. Me resultó romántico y tierno al ser un niño menor que yo. Llegó la madrugada y regresamos al escenario principal, nos besamos y abrazamos mientras observábamos las estrellas y  bailábamos. Ya con muchísimo frío entramos a la casa y el romance continúo hasta que su amigo interrumpió al pedir lo dejemos entrar porque hacía demasiado frío. Me salí y comencé a bailar para calmar el frío mientras evitaba el consumo de drogas. Minutos después salió él y me pidió que comiera algo, sólo pedí un té e ir al WC. Inmediatamente nos incorporamos a la zona de baile mientras pasaban las horas y el Sol se dejaba ver para calmar el frío del bosque.

Para no hacer esta historia tan aburrida, el Sol tiene la enorme capacidad para atontarme y ponerme enfermizamente de malas. Eran las 9:00 y ya no soportaba el calor y los rayos del sol, nos metimos al camping a descansar un momento mientras nos sofocábamos más. Unas horas después tocaba uno de sus músico favoritos y estaba decidido a reanimarme a como dé lugar para que vayamos juntos a bailar. Tuvo la belleza de ir a la multitud a buscar a su hermano y pedirle una aspirina, intento fallido, no llevó medicamento al evento. Desesperado me dijo que le pida lo que necesite para mejorar mi estado. Le pedí buscar sombra y fruta. No<s costó una larga caminata para encontrar sombra y nos sentamos a refrescar, es decir, no comí la fruta, me bebí una botella de agua y me bastaron 30 minutos para cargar mi energía. Inmediatamente se dispuso a llevarme al escenario, bailamos al ritmo de mi músico favorito, luego al del suyo, dejamos pasar la tarde y recogimos el camping para regresar a la ciudad.

En el autobús pasó lo mismo, mucho beso, abrazos y el cansancio estaba a la puerta. Ninguno de los dos durmió como lo hicieron todos en el autobús, descansaron después de tanta fiesta. Me platicó cosas personales que no tiene porque contarlas a una extraña, me habló muy sincero, lindo y tierno, sus besos siempre fueron igual, llenos de algo precioso que no sé cómo explicar de otra manera que no sea SINCERO. Siempre me miró a los ojos y mostraba desconcierto al sentir cosas “extrañas” a mi lado. Me dijo que me robaría y me pidió volver a vernos nuevamente, me dijo que teníamos que ir al cine, teatro, conciertos, ir a comer, etc.

Anotó el número de su casa en mi celular y lo registró con un nombre diferente con el que se presentó. Llegamos a la Ciudad y llegó el momento de separarnos para que cada quien tomara el transporte a su hogar. Me pidió llamarlo dos días después, esas 48 horas me resultaron eternas, ya quería escucharlo. Lo llamé 5 horas después de la hora acordada, disculpándome coincidimos en haber soñado la noche anterior el uno con el otro, todo fue rosa. Me pidió mi numero celular, mi user en Facebook, y mi e-mail para conversar “más agusto” por esos medios y seguir en contacto.

Me agregó a Facebook y no al msn. Me dijo que su computadora estaba fallando y no supe de él. Pasó un día y le dejé un mensaje, pasaron dos y lo llamé dos veces a su casa, me contestó un hombre de una manera muy grosera y me dijo que no estaba. Sentí que algo en mí explotaba, ya no supe de él, no se comunicaba conmigo y  cambió la fotografía de perfil en la que aparecíamos los dos. Todo fue demasiado bello para ser realidad. Me morí lentamente y resucité a los pocos días. Siempre pasa lo mismo, el día que creo encontrar “a la persona” resulta haberme encontrado con un disfraz, o algo. No volví a buscarlo, no lo llamé, no le escribí, pero estaba al tanto en su perfil, agregó tres fotografías más y ninguna otra actualización. Llegó Navidad, pasó un día y aquí estoy, se supone que disfrutando de mi viaje, pero olvidé desempacar lo que no me sirve, lo que me hace mal.

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