Ayunar está muy
bueno pero todo el mundo se va a dar cuenta de que lo estás haciendo y no
queremos eso, no queremos que todo el mundo sepa los beneficios del ayuno y que
se copien ¿o si? El problema es que si hacés el ayuno la gente va a estar
esperando que bajes de peso y si por alguna razón no podés hacerlo, te
vas a sentir muy mal. En cambio, si no le decis a nadie
que estás ayunando, cuando se vean los beneficios todos te van a halagar y a
preguntar tu secreto. ¡Shhh! ¡No lo
digas!!! Además, la gente va a pensar que estás loca porque no van a
entender que pases días y días sin comer y que no le temas a las consecuencias
(¿pero cómo alguien le puede temer a ser perfecta?).
¡Te vas a volver
una fanática del ayuno! La gente va a tener miedo. Miedo, miedo, miedo, ¡eso es
lo último que necesitas en tu camino para ser perfecta! Además, no le cuentes a
la gente que estás ayunando así se convierte en tu pequeño secreto (no tan
pequeño) ¡lo cual lo va a hacer mucho más interesante! ¿A quién no le gusta
tener algo para contar y tener que guardárselo?
Tu ayuno es entre Ana y
vos,
nadie más tiene que saberlo. Y cuando estés tentada de romperlo acordate de
cuanto Ana te ama y cómo quiere lo mejor para vos. Ella solo quiere que seas
perfecta, le debes a ella todo tu respeto. Mirá la cara de Ana en esa
galletita de chocolate que moris por comer. Pensá en cómo sacrifica ella todo
su tiempo dedicándose a vos. ¡No se merece que corrompas tu cuerpo y le faltes
el respeto!
2.
Apagá el televisor
En todas las
publicidades aparece COMIDA, comida = NO. O sea, apagá el televisor,
además se supone que no tenés nada más en qué pensar. Ponete a leer un libro de
calorías, empezá tu propio diario anoréxico en Internet... ALGO. ¡¡¡Algo que no
tenga nada que ver con comida!!!
3.
Háganse amigas
Obviamente es más
fácil encontrarte con una amiga a charlar de pavadas que con Ana a plantearte
cuál va a ser tu futuro. Y no queremos hacer siempre lo más fácil, ¿no?
Además esas amigas
siempre te dicen que estás muy flaca y casi te obligan a comer las medialunas
que compró esa madre GORDA que tienen. Y la madre-gorda te hace pensar
en que JAMÁS querés parecerte a ella... pero las
medialunas están todavía ahí y vos hace dos días que no comes nada. Acordate
que estás débil y no podés hacer ejercicios sin desmayarte a los quince
minutos, así que esas 160 calorías son espantosas porque no las vas a quemar
¡VAS A ROMPER EL AYUNO! Yo que vos me quedo con Ana solita en mi casa, donde no
te tiente el diablo. Ana es SIEMPRE la mejor compañía.
4.
Date un banquete con lo que Ana dice
Imaginate todas
esas horas que gastas leyendo el diario o viendo televisión o escuchando radio.
Ahora, durante tu ayuno, vas a tener que SATURARTE DE ANA.
Todo va a tener que
estar relacionado con ella. ¡Cuidado! Quizás puedas desarrollar una mente
abierta, una mente nueva y vas a empezar a pensar diferente. Ahora estás llena
de energía, no necesitas la comida. La palabra
de Ana te alimenta lo suficiente como para sobrevivir. ¡Date cuenta,
podrías vivir sin comer y nada sería malo! ¡Serías pura y perfecta!
5.
Meditá
La
mente humana es genial. Uno puede convencerse de cualquier
cosa últimamente. Y así como aquella vez te convencieron de que una medialuna
tenía 10 calorías cuando en realidad tiene 160, uno cree lo que QUIERE creer.
Así que meditá y CREETE que no necesitas otra cosa que a Ana en tu vida. Que
podés ser independiente Y NO NECESITAS comida. Es cierto, creetelo. El hombre es un animal de costumbres.
Te vas a sentir tan poderosa... meditá mientras los otros comen, mientras
corrompen su cuerpo, mientras ensucian sus intestinos. ¿Cuánto
hace que no vas
al baño? ¿Viste que podrías vivir sin baño?
6.
Salí a caminar sola
Nubes, la brisa en
la cara, flores, árboles, sol, luna y estrellas. Esas son las cosas que Ana te
muestra para ayudarte a entender que la vida es hermosa sin comida, que el sol
sigue ahí aunque no comas: para ayudarte a entender que las cosas imprescindibles se quedan, LO INNECESARIO SE VA (como la
grasa y la comida y todo lo demás q no necesitamos).
7.
Tomate un recreo, fumate un cigarrillo
Fumate un
cigarrillo, calmá esa ansiedad. Sin interrupciones. Andá a un lugar donde nadie
te moleste. El cigarrillo no es bueno pero peor es una hamburguesa.
8.
Quedate quieta
Muchos de tus
sueños y palabras no tienen sentido, eso van a decirte. Así que mantenete cerca
de Ana, ella te va a guiar en el camino. No te ensucies la boca con palabras
insignificantes. No des explicaciones de por qué estás ayunando. Nadie merece esas
explicaciones, vos forjas tu propio destino y sabés que no estás sola. Así que quedate
quieta, Ana y miles de otras chicas están ayunando al mismo tiempo que vos. Y solamente
las más valientes, las que no tengan miedo, las que no sucumban ante la sensación
y aquellas que se queden quietas, tranquilas y no se ensucien la mente con palabras
insignificantes serán las sobrevivientes.
9.
No sucumbas ante la tentación
Esa porción de
torta no va a hacerte más feliz y en cambio ser perfecta sí.
Imaginate, son dos minutos comiendo torta y la vida pagando las consecuencias;
o no comer nada y ser perfecta y agradecerle a Ana toda la vida por haberte
ayudado a resistir la tentación. Pensalo, es fácil. Durante el ayuno vas a
estar rodeada de comida: amigos, familiares, novio, todos van a querer
alimentarte "estás muy flaca", te van a decir. Y QUE EQUIVOCADOS
ESTÁN! No existe "muy flaca", no-existe. No se puede ser demasiado rico ni demasiado flaco. Corré el riesgo,
¡tené hambre! explora el vacío de tu estómago, sentí tus costillas... ¡te falta
tan poco para ser perfecta!
10.
Dormí
Aprovechá, porque
vas a estar cansada por no comer. Eso quiere decir que estás llegando a la
perfección; el cansancio es la
respuesta a todo ese esfuerzo que estás haciendo. Vas a ser
cada vez más hermosa, cada vez más parecida a Ana,
la perfecta.
Vas a ser una diosa
y todos van a envidiarte... todos van a querer estar con vos y vas a estar tan
orgullosa de lo que sos que no vas a querer compartir con nadie el secreto. El secreto es
que Ana te llevó a donde estás y no la querés compartir con nadie.
Porque nadie más la merece en su vida. Lo
hiciste. Llegaste, ayunaste.
Cielo Latini
en Abzurdah
(pp. 174-178)